Nacidos entre París y el Mediterráneo, creamos joyas que parecen fotogramas robados de una película de verano. Nuestro nombre proviene de un pequeño pueblo de la costa amalfitana de tan solo 0,12 km², pero infinito en luz, historias y belleza.
Nuestro mundo está hecho de sol sobre piedra, sombras sobre paredes blancas, almuerzos tardíos que se extienden hasta la hora dorada. Amamos las imperfecciones, porque hacen que todo sea más humano, más vivo. Cada joya está diseñada para retener ese momento como si presionaras una pausa en algo que nunca quieres olvidar.